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Primavera en las Hurdes 4x4 2012

Comienza con fuerza la primavera en Las Hurdes. Estos días de mayo el paisaje se rinde a las jaras que toman protagonismo con sus enormes flores blancas. Para cualquiera que disfrute con los contrastes de la naturaleza, con el despertar de la vida, este es su momento.

Durante el fin de semana del 11-13 de mayo, Terranatur y nuestros amigos de Raidaventura 4x4 prepararon un fin de semana por ese "mar verde petrificado" que son la comarca de las Hurdes. Esta es nuestra historia. En junio volvemos.

Tras el encuentro del viernes a la hora de la cena, y las correspondientes presentaciones entre quienes aún no se conocían, finalizamos una primera jornada en la terraza del restaurante Riomalo con una temperatura excepcional, hablando de lo humano y lo divino. No sé qué pasa, que la gente que viene a estas actividades, siempre está dispuesta a compartir mil experiencias, todas envidiables. La gente que nos viene siempre tiene conversación. Desde el punto de vista de los organizadores esto es riqueza pura: no hay vez que volvamos sin haber aprendido algo nuevo de nuestros propios participantes. Gracias a cada uno de vosotros, este trabajo es un verdadero placer.

El sábado, tras el tradicional desayuno de cazador con café, tostadas con tomate aceite y ajo, migas ilustradas con huevo y panceta, miel sobre hojuelas, mermeladas naturales, y mucho más; reunimos las fuerzas necesarias para la larga jornada que nos esperaba.

En total cuatro vehículos todoterreno más el de los guías. Tras un breve breafing ensalzando el valor de los paisajes y lugares que íbamos a atravesar, nos encaminamos a la ruta de los Valles Hurdanos. Resulta que en esta comarca hay al menos cinco valles a cual más interesante: el del río Alagón, río Ladrillar (río Malo), río Hurdano, río Malvellido, río Esperabán y el río de los Ángeles. Pues bien, esta ruta serpenteando, subiendo, bajando; los atraviesa todos, dando oportunidad para disfrutar de una botánica y zoologías excepcionales; y de un 4x4 tranquilo, pero lleno de sensaciones.

Tras "despegar" recorriendo la pista de aterrizaje de los hidroaviones contraincendios en lo alto de la montaña, fuimos cruzando bosques y barrancos, de mirador en mirador, rodeando el pico Arrobuey hasta el valle del río de los Ángeles, donde justo enfrente de una de las cascadas más altas de España, e impresionante buitrera, paramos a comer. Ahí, en un magnífico observatorio natural a la sombra de un pino, dimos cuenta de las abundantes viandas Cascada del Chorrituelo - Terranatur - Raidaventura4x4(tortillas, filetes empanados, gazpacho, y mucho más. También fuimos sobrevolados, quien sabe si con curiosidad, por decenas de buitres leonados; cuando de repente tuvimos el escaso privilegio de contemplar primero a la Cigüeña Negra, y poco después al Buitre Negro, dos de las joyas de nuestra naturaleza ibérica.

Tras la comida bajamos al puente de los Machos, con su arco ojival todo de pizarra superpuesta, que está en un rincón selvático de una magia difícil de describir si no vas. En el camino de bajada, pasamos por las misteriosas ruinas del Monasterio Franciscano de nuestra Señora de los Ángeles, donde estuvo el mismo San Francisco de Asís varios años viviendo.

De vuelta por pista de montaña siempre emboscada en un magnífico pinar de resineros, llegamos hasta la carretera de Aldehuela, punto en el que comienza el paseo hasta la cascada de El Chorrituelo, una de las bellas que conocemos, en la que tras sortear un arroyo embravecido por las últimas lluvias, y con cuidado de no caerse a pesar de la intrincada geología del cerrado valle, llegaron (- yo no, que tuve que estar esperando por un pié con gota junto al río, donde fotografié a la culebra viperina engullendo sin piedad a una rana común-) a la cascada donde alguno puedo incluso estrenar la temporada de baños.

Volvimos por carretera todos con una enorme sonrisa hasta el Complejo Rural Riomalo donde siempre nos alojamos, para dar cuenta de la cena hurdana que nos esperaba tras la cerveza en la misma terraza de ayer, un lugar para relajarse de verdad. Luisa y Maribel nos premiaron con una ensalada de naranja y roquefort, una crema de calabaza de huerta, y un magnífico cabrito a la brasa. Ofrecieron medallones de ibérico con compota de manzana y no pudo nadie con ello, de modo que con eso queda dicho todo. La noche se cerró espantando meigallos con la tradicional queimada cuatrera y su conxuro, que parece que ya es tradición en nuestras salidas extremeñas. Fue interpretada magníficamente por Miguel en su versión gallega y por Jesús en castellano.

Al amanecer sólo Miguel y yo nos despertamos antes del alba para ir a observar fauna. No nos podemos quejar, vimos siete ciervas y aprendimos a distinguirlas fácilmente de los gamos. El meandro del melero al amanecer parece un inmenso espejo. Junto al río nos sorprendió una magnífica garza imperial que iría a la caza de las ranas que ya comenzaban su serenata.

Segundo desayuno de cazador, esta vez, además de todo lo del día anterior, había mermelada natural de naranja y bizcocho casero. Tomamos los coches y fuimos a visitar El Melero ahora ya con luz, que se encontraba al 50% de su capacidad y con las orillas completamente verdes por la hierba primaveral que tanto aprecian los ciervos de la zona. Tras la foto de grupo, iniciamos la subida vertiginosa hasta la sierra del Cordón, por pistas que en parte del trazado coinciden con cortafuegos. Desde arriba vistas hacía la Sierra de la Peña de Francia, el embalse de Gabriel y Galán, la Sierra de Gredos, la Reserva de Arca y Buitrera y las tortuosas Hurdes desde lo alto, todo salpicado de infinidad de jaras blancas y amarillas.

De esta atalaya a otra: el Pico Cordón, con un tramo recientemente abierto por viejas pistas casi cerradas, que le daban un leve toque de aventura a nuestra excursión. Tras almorzar en la cumbre, bajamos hasta Nuñomoral, donde ya por carretera llegamos al corazón de las Hurdes, el valle del Malvellido donde la carretera muere en el Gasco, pueblo que aún conserva restos de la tradicional construcción hurdana y donde habita aún algún artesano. Sin tiempo para visitar la Meancera, otra magnífica cascada, regresamos a comer junto al río Ladrillar en Riomalo de Abajo. Nos esperaba chanfaina típica de la zona y arroz meloso con gambas y lenguado.

Tras un rato de comentar lo bien que lo habíamos pasado y las anécdotas del fin de semana, nos despedimos como siempre con pena, pero con la seguridad de volvernos a ver en nuevas aventuras.

Próxima salida a la zona. Haz clic aquí para ver programa y forma de inscribirse.

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Jaime Roset
Terranatur.es