crónicas
Del 1 al 3 de julio un pequeño, pero selecto grupo de familias amantes del monte y la aventura, conocieron Las Hurdes desde otra perpectiva diferente. El comienzo del verano en esta interesante comarca viene marcada por el tránsito de los colores vivos de la floración a los dorados de los pastos de montaña, contrastando con el siempre verde bosque de pino piñonero y encinas propio de esta zona.
El sábado iniciamos ruta en la Sierra de Lagunilla, enclave montañoso en entre las sierras de Gredos y la sierra de Francia. Apenas nos alejamos del río Alagón, comienzan los melojares (roble rebollo) por pistas que asciendes rápidamente. Según subimos, nos encontramos con un muladar en un altozano vallado. Se trata de un comedero de buitres donde los lugareños llevan las reses muertas para dar de comer a estos necrófagos. Allí vimos algunos restos como un caballo y unas cabras, huesos y algunas plumas de leonado. Debemos reseñar el avistamiento de un Alimoche en las inmediaciones de Lagunilla pueblo.