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Piscina natural en el río Ladrillar (Río Malo) en Las Hurdes. Salidas  con Terranatur.esDel 1 al 3 de julio un pequeño, pero selecto grupo de familias amantes del monte y la aventura, conocieron Las Hurdes desde otra perpectiva diferente. El comienzo del verano en esta interesante comarca viene marcada por el tránsito de los colores vivos de la floración a los dorados de los pastos de montaña, contrastando con el siempre verde bosque de pino piñonero y encinas propio de esta zona.

El sábado iniciamos ruta en la Sierra de Lagunilla, enclave montañoso en entre las sierras de Gredos y la sierra de Francia. Apenas nos alejamos del río Alagón, comienzan los melojares (roble rebollo) por pistas que asciendes rápidamente. Según subimos, nos encontramos con un muladar en un altozano vallado. Se trata de un comedero de buitres donde los lugareños llevan las reses muertas para dar de comer a estos necrófagos. Allí vimos algunos restos como un caballo y unas cabras, huesos y algunas plumas de leonado. Debemos reseñar el avistamiento de un Alimoche en las inmediaciones de Lagunilla pueblo. 

Atravesando un pinar de resinero (Pinus pinaster) llegamos hasta la cumbre de la sierra donde se vigila el monte contra incendios. Allí tuvimos la posibilidad de charlar con dos guardas forestales a los que alertamos de nuestro itinerario. Ese punto tiene unas magníficas vistas del embalse de Gabriel y Galán y todas las Hurdes. Desde ahí, atravesando la finca La Sauceda, llegamos a Granadilla, preciosa ciudad amurallada con castillo incluido, rodeada por las aguas del embalse. 

Antes de comer un bañito en el pantano y buena cuenta de las viandas a la aromática sombra de un grupete de eucaliptos.

Cascada de El Chorrituelo. Salida a las Hurdes con Terranatur.Por la tarde la ruta transcurrió por dehesas de encinas y ascendiendo de nuevo hacia Sierras Hurdanas por una zona de matorral impenetrable (maquia) en plena regeneración. De ahí, bajando hacia Pinofranqueado, tomamos la carretera hacia Ovejuela rumbo por pistas hasta El Salto de los Ángeles que tiene fama de ser una de las caídas de agua más altas de España y el mayor de Extremadura. Se trata de un observatorio natural de una interesante buitrera. Allí dos forestales nos dejaron observar con su telescopio terrestre a un pollo volandero de leonado y a un halcón peregrino, raro de ver y una de las rapaces más emblemáticas de nuestra naturaleza. Tras dar buena cuenta de las cerezas que nos quedaban de la comida, bajamos también por pista a descubrir a un sitio mágico. Se trata del puente de Los Machos, al que accedimos por una vereda de vegetación impenetrable de helechos comunes de más de dos metros. Tuvimos la sensación de ser los primeros en descubrir entre la selvática maraña ese precioso puente. Al lugar le pasa como a muchos enclaves en las Hurdes, por mucho que las visitemos, nunca están igual: por allí ha crecido un sauce, de repente miles de arañas asustadizas bajo el arco titilan ante nuestra presencia, hoy hay bogas en el río y una culebrilla ciega que se equivocó de camino quedando sumergida. Es un lugar donde parece que las náyades (hadas de las fuentes) le van a encantar a uno y llevar a otros tiempos pasados en los que ese puente debió ser un trasiego constante de personas y caballerías rumbo al Convento de San Francisco de Asís, cuyas ruinas dejamos sin explorar para hacerlo otro día.

De ahí nos dirigimos a Ovejuela donde tiene origen la senda hasta una de las cascadas más bonitas que conozco, El Chorrituelo (o Chorrituero). Llegar hasta allí, capitaneados por Sergio (cinco años) y María (tres) se convirtió en una pequeña aventura ya que los estratos del terreno están casi verticales y dificultaban algunos pasos por dentro del cauce. Sin embargo mereció la pena, ya que el lugar es absolutamente paradisiaco. Tras el baño regresamos hasta el pueblo y de ahí por carretera hasta el restaurante Riomalo, donde nos esperaban a cenar. Por el camino estuvimos a punto de remolcar hasta una gasolinera a Comander, que no se quedó sin gasoil de milagro. 

Una vez en el restaurante, disfrutamos como siempre de las ricas viandas que prepara Luisa. En este caso, unos pimientos rellenos de setas, gazpacho, cabrito a la brasa, y solomillo de ibérico, todo una verdadera delicia culinaria. Tras espantar los malos espíritus con una queimada, nos fuimos al bien merecido descanso.

El domingo se despierta radiante como el desayuno extremeño a base de miel sobre hojuelas, migas con beicon, tostadas con ajo, aceite y tomate, café y bizcocho casero. ¡Vaya lujazo de desayuno!.

Hoy comenzamos visitando el meandro de El Melero desde el mirador de La Antigua. Es un lugar emblemático de gran belleza donde el río Alagón desemboca en el embalse de Gabriel y Galán. Desde ahí por pista algunas de las cuales transcurren por cortafuegos, ascendemos rápidamente hasta la cuerda de la Sierra del Cordón, espléndido mirador de todas las sierras hurdanas y la de Gredos. No paramos a mitad de camino por recomendación de los agentes medioambientales que nos conceden el permiso, ya que hay nidos de buitre negro en la zona.

Bajando a la carretera y ascendiendo inmediatamente por pistas, llegamos a Arroladrones (collado de los Ladrones) camino del pico Cordón, también con magníficas vistas. Ahí estaba el forestal Jaime con el que estuvimos hablando sobre la vegetación de la zona y el riesgo de incendios. Por pista siempre aérea y de buenas vistas, bajamos hasta Nuñomoral. De ahí hasta la piscina natural en Las Mestas, donde comimos una rica paella y tuvimos tiempo para sentirnos como nutrias en el aguas.

Tras la experiencia vivida, sólo queda volver a juntarnos en la próxima y agradecer la participación de los Robertos, Javier, Paloma, Susana, Maribel y los niños Leticia, Sergio y María. Esperamos veros en próximas aventuras. 

Si te gustó la salida, puedes dejar aquí tu testimonio o historia particular.

PRÓXIMA SALIDA A LA ZONA.

 

Jaime -Akela-