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- Pero, ¿cómo llamamos al final a esta ruta? dije por la emisora. Surgieron varias ideas, "la ruta de la reductora", "la ruta de las águilas", "la ruta de los paisajes"...

Hay que decir que para nuestro pequeño grupo de abril, los valientes, los primeros que participaban en este fin de semana de Terranatur creado para amantes incondicionales de lo vertical, las nieves, los bosques; creada sólo para inquietos que persiguen aún ver duendes en bajo las ramas retorcidas del un haya o un tejo; para quienes buscan en los reflejos de los arroyos el inquietante revoloteo de alguna Náyade,- las hadas de las fuentes-; no resultó complicado elegir el nombre de la ruta: la llamaremos "la ruta de los mil paisajes".

La razón es sencilla: subidas, bajadas por viejos caminos algunos casi olvidados nos hacían contemplar a cada segundo un nuevo paisaje, una nueva sucesión de viejos robles a contraluz frente a los farallones nevados de Picos de Europa. Ciervos, rebecos, rapaces, los primeros insectos, las prímulas jalonando taludes y tapizando pastizales clorofílicos totales, daban un toque de color y claro-oscuro único.

El nombre de "Picos de Europa" está clavado. Son grandiosos, bellos, inalcanzables y a la vez tan cercanos, tan compañeros. Toda la ruta al amparo de sus laderas.

El valle del Liébana definitivamente es un rincón único y magnífico de la naturaleza Española. Como le pasa a los valles domesticados parcialmente por un hombre rural que estableció raíces hace miles de años ahí, tiene todo lo bueno de una naturaleza poco modificada, y donde las praderas y el ganado no han hecho sino mejorar los paisajes, y dar oportunidades a los ecosistemas para incrementar su biodiversidad al límite.

La mezcla de lo mediterráneo con lo atlántico en ambiente desde fondo de valle a alta montaña en pocos centenares de metros, nos regala bosques de encina entremezclados con robledales, hayedos, tejedas, abedulares, pinares, acebedas, rocallas floridas, prados alpinos y desnudas cumbres escarpadas.

Durante dos días pudimos disfrutar de la sensación de libertad a pleno sol, de la relajación de mezclar nuestra música favorita con horizontes montañosos, mientras explorábamos los recovecos a veces inaccesibles de bosques milenarios, de caminos y sendas perdidas...

Las pistas no diremos que fueron sencillas. Esta ruta, la más técnica que hemos trazado hasta la fecha, obligaba a llevar la reductora permanentemente. Hubo tramos de barros casi imposibles, neveros, caminos rocosos, "corredoiras" muy estrechas, zonas algo cerradas por la vegetación, pequeños desmontes, vadeos pequeños, zanjas, y un sin fin de delicias para los aficionados también a la conducción 4x4.

Pudimos conocer una destilería tradicional que usa el método de la Alquitara de cobre, para sus ricos licores; una quesería tradicional en Pembes, muy bien explicada con sus cinco variedades principales de "quesucos" de vaca, oveja y cabra.

Tuvimos la suerte de que un nevero nos obligó a llegar a la mítica Braña de los Tejos a pie, con lo que saboreamos un hayedo aún deshojado, hasta llegar ladera arriba a una de las tejedas más antiguas e inaccesibles que se conocen en Iberia. Desde esa singular atalaya, tuvimos a un paso el profundo Mar Cantábrico.

Cerca de ahí, las nieves ocultaban una vieja mina de galena y pudimos imaginar a nuestros ancestros cántabros y celtas celebrando ahí sus místicas ceremonias a la luz de la luna.

Mención hay que hacer a nuestro alojamiento gastronómico-turístico de Lon. Peñas Arriba es una posada rural creada con cariño por José y Tere, que se han empeñado en que sea un lugar acogedor, bonito, cómodo y con una carta de primera. Desde mi habitación se escuchaba el rumor del torrente cercano. El lugar está enclavado en plena ladera a los pies del macizo oriental de Picos de Europa. Desde ahí mismo, desde su puerta, y es la primera vez que nos pasa, tuvimos que meter la reductora para iniciar la ruta del sábado ladera arriba.

Tampoco olvidaremos la comida entre los castaños milenarios de Pendes, donde hubo intercambio de bebidas selectas entre un grupo de veteranos que se estaban poniendo como el kiko, y nosotros. Ellos vino de la rioja, nosotros crema de orujo. Después de comer, pudimos ver el desfiladero de la Hermida desde una perspectiva poco común: desde arriba, desde lo más alto.

El camino de Espinama a Sotres, el único permitido en el Parque Nacional, estaba cubierto por neveros el domingo, y a pesar de intentarlo, el corazón del Parque se nos resistió esta vez, a pesar del empeño que puso Juan Urrutia intentando abrirnos caminos con su "rompehielos-G". Es secreto de los altos picos nevados quedará ahí para que lo desvelemos en futuras salidas.

Tras la comida en un balcón de una casa de Mogrovejo, pueblo bonito donde los haya, con raciones típicas de allí, momentos para la sobremesa y un taller "siestero" de construcción de arcos para los más peques, nos despedimos con una pena tremenda de separarnos tras haber vivido esta experiencia, y tener que alejarnos de estas cautivadoras montañas.

Isabel, Miguel Ángel, Boni, Mar, Juan, Alberto, Javier, María, Pablo y el que suscribe,  Jaime; fuimos los "elegidos", lo que tuvimos la fortuna de vivir la primera vez de Terranatur por tierras Lebaniegas. Volveremos, sin duda. Ahí también se nos quiere. Nosotros dejamos ahí como siempre un trocito de nuestro corazón. 

 

Muchas rutas y actividades a la vista en nuestra página de inicio.

Ruta por el Valle del Liébana con Terranatur. 12-14 de abril de 2013.