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EN BREVE SUBIEREMOS FOTOS Y VÍDEOS DEL VIAJE. VUELVE PRONTO. DE MOMENTO PUEDES VER ALGUNAS DE LAS IMÁGENES DE ESTE VIAJE AQUÍ

Dan ganas de hacer una crónica diferente a las habituales. Normalmente describimos que se va haciendo día a día. En este caso, cuando la dimensión tiempo y espacio se pierde, cuando los horizontes se coleccionan por miles, dan ganas de no perderse en detalles y relatar sólo las emociones. 

Efectivamente, hablamos más de sensaciones, de "veneno" por las venas, del eco de tantas risas y buenos momentos reconcentrados vividos en poco más de una semana. Pero ¡qué semana tan intensa!

Primera vez sólo hay una en todo, y esta ha sido la primera vez que Terranatur se puede decir que ha bajado a Marruecos con su gente. Bien es cierto que lo hemos hecho conjuntamente con el Desierto de los Niños, que este año cumplía 9 ediciones. Ya es un clásico que Raid Aventura 4x4 y nosotros organicemos actividades conjuntamente por España, pero era la primera de Marruecos, y el resumen es como para repetir una y mil veces. Nos hemos aprovechado de su magnífica organización, y a cambio hemos dinamizado a todos, hemos estado ahí cuando alguien lo necesitaba y hemos derrochado buen ambiente y diversión. Por algo nos han nombrado como el "Grupo de los Fiesteros".

Creo que entre los participantes de esta primera edición: Juan Luis, Susana, Dani, Javi, Adolfo, Almudena, Silvia, Ivan, Juan, David, Irene, Blanca, Jan, Alfonso, Manuela, Cristina, Claudia y Jaime, el que más o el que menos ya tiene un recuerdo imborrable.

El primer día fue bajar hasta Tanger, por el camino el coche de Juan Urrutia se paró cerca de Manzanares ante la lívida mirada ojiplática de su conductor y la juerga del pasaje. Falsa alarma, ¡simplemente se había quedado sin gasoil! por facilitar la evacuación, Blanca e Irene se vinieron en el Toyota de Terranatur hasta el punto de embarque. Cabe destacar el estado de marejadilla durante el paso del Estrecho en un barco más pequeño que lo habitual, lo que mareó a más de uno. El paso de la frontera en tiempo record. No había oficinas de cambio abiertas en el muelle y cambiamos en una oficina de Tanger. Primeros contactos con la población, cambio de chip a la hora de conducir, brisa marina norte africana...

El hotel Ibis es moderno y está en las afueras de Tanger camino de Rabat. Buen sitio de paso para coger fuerzas para la larga jornada que nos esperaba al día siguiente. Para cenar los primeros sabores, el cus cus, el Tajine, la tortas tradicionales con miel para desayunar, olor a especias por primera vez en el viaje.

Al día siguiente, tras un briefing general y las presentaciones del equipo del Desierto de los Niños, salimos rumbo sur por autopista, camino de Midelt, donde terminaba esta larga etapa. Por el camino paramos en el centro de artesanía de Azrou. Población en pleno bosque de Cedros del Atlas. En este lugar hacen artesanía con maderas preciosas de enebro, sabina, cedro, raíz de Tuya...algunas piezas articuladas como soporte de mesas están realizadas magistralmente de una sóla pieza que se abre en trípode.

En en pleno altiplano comenzó a nevar y se veía ya zonas donde la nieve permanecía, ya muestras de imponente geología, hundimientos del terreno parecido a torcas y dolinas, rocas volcánicas vestigios de la convulsa historia geológica de la región. La jornada finalizó en el Hotel Tadaart de Midelt, reciente y con un agradable recibimiento musical a la entrada. El camión que venía en la expedición tuvo que hacer noche por la nevada, su equipo de rescate no pudo ir hasta ellos ya que la nieve había cuajado y las barreras estaban bajadas.

El día siguiente tocaba Midelt-Boumalne Dades hasta Merzouga por el paso del Agoudal a más de 3000 metros de altitud, al entrar en pista, hablamos con viajeros que bajaban sin éxito tras horas de intentarlo, también moteros en Hondas Transalp que sí lo habían conseguido. El caso es que otros grupos del desierto de los niños subieron a intentarlo, al llegar nuestro turno tras comer algo rápidamente, nos cruzamos con ellos de retirada conforme subíamos, y nos dijeron que no había forma humana ni con los coches más preparados. De modo que nos dimos la vuelta y por carretera hasta Midelt. Esto supuso cambiar el valle del Dades por la garganta del Todra, donde paramos a probar un té moro como es debido mientras las paredes verticales iban cambiando de color al atardecer. Unos burros del tamaño de perros grandes en pleno cauce hicieron las delicias de los pequeños. El Xaluca Dades ya es un hotel decorado con piezas de arquitectura marroquí mezcladas con fantasía africana, música y luces indirectas que nos llevan a los cuentos de las mil y una noches. Cena rica y las primeras copas con sus risas correspondientes. Se define el "e-mapalé" como danza y grito guerrera del grupo.  

La ruta de hoy prometía ya largas pistas. Elegimos la opción más rutera que recoría el macizo montañoso (jbel) del Bou Jaffer, de orografía intrincada, anticlinales y sinclinales sin fin, vegetación de montaña semi árida que recordaba a algunos paisajes del bellísimo Saharo. La primera etapa terminaba en Fezou, donde se celebró uno de los actos de entrega de material para colegios por parte de los niños del desierto de los Niños. Desde ahí, por hammadas jalonadas por las primeras acacias, navegamos por caminos arenosos rumbo Merzouga. Las chicas nos sacaron a asfalto para ir a Rissani y disfrutar de sus mercados. Adolfo y yo llevamos a los niños hasta el Xaluca Tomboctu donde los monitores ya estaban preparando actividades para ellos y donde se dieron el primer bañito piscinero de la expedición. La aproximación final a las dunas del precioso Erg Chebbi, las hicimos atravesando por pistas y con algo de navegación. Sólo así se aprecia lo imponente de este campo de dunas. Este albergue tiene a la entrada dos dromedarios y una cría que forman una puerta por debajo de la cual se accede al recinto. Con la estructura de una bonita Kashba, cuenta con ajardinamiento y salida a las dunas directa. Por la mañana al amanecer veríamos salir el sol desde su terraza. Buen ambiente, buena comida, buena compañía y más y más risas.

Tras las sensaciones del amanecer entre las dunas, algo que sólo se entiende ahí, compartidas con los más madrugadores, salimos de ruta rumbo las primeras arenas. Buena elección comenzar por las dunas de Ourzina, bastante más al sur. Son dunas doradas, no tan altas como las del Erg Chebbi (ratoneras a veces), antes de entrar en materia, hubo otro acto de entrega de material en una escuela de un pueblo que probablemente sigue habitado por las actividades solidarias que realiza la Asociación Desierto de los Niños.

Tanto este día como el siguiente contamos con Fede y con Inma de Raid Aventura como insuperables maestros en este terreno. Disfrutamos como nuca de una navegación suave, por las crestas de las dunas, subidas, bajadas, sin forzar y en marchas largas, siendo por primera vez como se "surfean" esas preciosas dunas casi cobrizas correctamente. La tensión inicial de algunos de los participantes se convirtió en puro disfrute, a pesar de alguna que otra bajada muy vertical y el paso por algunas pequeñas ollas. Comimos junto con el resto de los grupos en el albergue de Ourzina a base de huevos fritos y patatas y lo que llevábamos de maravilla, y rememorando los buenos ratos vividos. El que quiso, nuestras chicas todas, de regreso se visitó el poblado de Khemliya para bailar un rato con los negros subsaharianos que allí habitan.

Adolfo y yo, de nuevo niñeros, llegamos al albergue Xaluca Tombuctú y los monitores habían montado una impresionante tirolina usando tres palmeras y el camión del Desierto de los Niños. Los pequeños que quisieron, pudieron dar un paseo a lomos del dromedario, y darse un buen chapuzón en la piscina. Al anochecer los papás también participamos de una Yincana muy divertida y de una actividad "pavorosa" en la que de paseo por los pasadizos del hotel, "seres monstruosos" hay quien decía que eran los monitores disfrazados, iban asustando a las almas en pena que íbamos paseando amarrados a una cuerda. Ani, la niña del exorcista, el mounstruo de farolillo, la momia, y otras linduras, llenaron de terror y diversión todo el hotel.

Esa misma noche sobre las duna, celebramos el rito de la Queimada para espantar negros meigallos, y cargarnos de buenos propósitos ya que las dunas tienen la cualidad de hacernos olvidar por unas horas incluso la dura dimensión real que nos ha tocado vivir. Dicen las cámaras de fotos que varias bruxas ardientes y extenuadas se dejaron ver entre las llamas del orujo. Allí mismo sobre las arenas, hubo discoteca improvisada por nuestro "boys" particular, Jin Jan que linterna estroboscópica en mano no paraba de incitar al baile. Curiosa estampa de niños sentados con injustificada vergüenza ajena viendo bailar libremente a sus padres. Papá, ¿esta noche también vais a hacer botellón como anoche? Paradojas de la vida...

Varios zangalitrones (que en lenguaje Manuelí, significa adolecente moscón que pretende mal disimuladamente a alguna de tus hijas), se unieron a la fiesta a cierta distancia. El día siguiente guardaría muchos de los secretos mejor guardados de esas dunas que brillaban pálidas bajo la luz de la luna llena del jueves santo.

Las dunas del Erg Chebbi han sido objeto de mil historias y anécdotas, siempre con algo mágico por medio. En realidad, podríamos hablar de las "estribaciones" del gran Desierto del Sáhara, ya que más o menos ocupan una superficie ovalada de 14 Km de largo por 7 Km de ancho. Suficiente para estar dentro y no ver más que dunas y dunas. Ahí se grabó la película de "El Principito" (se conserva en la entrada de algún albergue parte del fuselaje del avión), y son objeto de deseo de miles de aficionados al 4x4, a las motos, y el senderismo.

Durante estos días tuvimos ocasión de caminar bajo la luna llena, al amanecer, en pleno día. Nunca es la misma cosa, nunca se siente lo mismo. A parte de la plasticidad de sus curvas, la textura de sus ondulaciones (riples), el claro oscuro de sus formas, y el color y suavidad de la arena, hay una extraña sensación de libertad al corretear sobre su superficie. Nos sentimos grandes y pequeños a la vez. Frágiles y fuertes. Dicen que el desierto saca quien eres tú de verdad. El desierto es un buen lugar de reflexión y superación. ¡Que se lo digan al Nazareno en el Sinaí!

Tras el amanecer, en el que Adolfo en solitario surcó las dunas a pié para ver amanecer por su cuenta, salimos de nuevo con Fede e Inma rodeando hacia el norte las dunas, para cruzar arenales interminables, olas de fina arena, siguiendo el eje norte sur. Leyendo en sus curvas los pasos, navegamos descubriendo parte de los secretos que el lugar esconde, como el oasis del vejete, el gran valle, los círculos oscuros, varios campamentos de Khaimas... hubo varias empanzadas emocionantes y el intento de subir a una de las 13 grandes dunas, donde sólo llegaron los vehículos ligeros y muy potentes como los Hyundai todocamino de la organización. Hubo tiempo para que los niños hicieran la croqueta, escalaran crestas casi imposibles, y los papás disfrutaron como nunca de estos momentos tan especiales. Hubo quien intentó alguna olla y todos hicimos algún paso casi vertical de bajada de esos que cortan el hipo. Saliendo por el "río de arena", un primitivo cauce que bordea el Erg, colmatado por la propia arena de la duna, los más pequeños tuvieron oportunidad de conducir un rato.

Llegamos al casi despoblado de Merdani, donde solo queda una familia de bereberes, los "hombres libres", a la que la Asociación del Desierto de los Niños regaló una placa solar y la instalación eléctrica con bombillas de bajo consumo para el interior de su morada de adobe que visitamos por dentro. Sus condiciones de vida sin duda son las mismas que desde hace miles de años, cuando había que caminar horas por el agua, vivir a la luz de las velas, dormir en el suelo, compartir la vida con un puñado de cabras, y comer de lo sembrado o recolectado. Sin duda un día intenso y motivo de reflexión y ejemplo especialmente para los más pequeños, acostumbrados a tenerlo todo y a la inmediatez más insolente. Inma se emocionó al pronunciar unas palabras. Toda su dedicación por la Asociación Desierto Niños se veía satisfecha al ver la cara de los moradores de esa aldea perdida.  Comimos a los pies de un gran taray, el árbol del desierto, y de regreso por el río de arena prolongamos el placer del desierto hasta el albergue Palacio Nómada, donde otros años habíamos recalado tan a gusto. Ahí subir algo la presión de las ruedas y para el Tombuctú para recoger los equipajes y continuar rumbo a Erfoud, ruta que hicimos por pista.

La ventaja de este viaje, es que a una prudencial todos para un maravilloso hotel donde descansar, y eso en días intensos se agradece de verdad. El Xaluca Maamid de Erfoud, puede que fuera el hotel más lujoso y bonito de esta salida. Combinaba ambientes a la perfección, grandes piscinas frías y calientes, habitaciones con ajardinamiento en el interior de estructuras parecidas a las Kasbahs del desierto, zonas de descanso, ambiente musical en todo momento, grupo de percusión marroquí con extrañas larguísimas trompetas; Mor o Nur, el cachorro de dromedario de tres meses que se paseaba junto a su camellero y hacía arrumacos con su cabeza y su boca a poco que te pusieras a tiro; el gran recepcionista negro de dos metros de estatura, con su túnica y turbantes blancos a los Lawrence de Arabia que maravilló a nuestras chicas, y sorprendió a nuestros hombres. Sabíamos que el último día de verdad iba a ser mañana, por lo que armamos buena juerga como durante todo el viaje para no dejar perder ni un momento.

Amaneció en el interminable palmeral de Erfoud y era día libre. Las chicas decidieron ir de compras a Erfoud, y a pasear por el oasis ripario, mientras los chicos hicimos "la ruta de los monumentos". En dirección a Goulmina desde el Xaluca, nos adentramos en un valle donde el  Arquitecto Alemán Hannsjörg Voth construyó en medio de la gran llanura de Marha tres monumentos curiosos, pero custodiados celosamente por vigilantes que pretendían cobrar en demasía.  Se trata de tres obras construidas entre 1980 y 2003: Himmelstreppe, Escalera al Cielo (1980–1987), Goldene Spirale, Espiral Dorada (1993–1997), Stadt des Orion , Ciudad de Orión, (1998–2003). Ver información sobre el autor

Nos gustó el sitio, y la rareza y lo original del "Land Art" o arte paisajístico, pero nos resultó amarga la insistencia de los vigilantes para cobrar y para evitar que hiciéramos fotos. En contraposición apareció "Moha" un morito bacilón, que nos dejó subir a la escalera al cielo y nos hizo recordar los tiempos en los que el Sahara era español, con su acento castizo en pleno sur de Marruecos. 

Dió tiempo a llegar a "La Momia", al parecer una antigua cárcel portuguesa de apariencia inxepuganble donde se se siente el dolor de los allí abandonado. Se llama "la Momia" porque allí rodaron algunas secuencias de esa película del año 1999. El paisaje desde ahí es sorprendente. 

De vuelta ya sabíamos que tocaba actuación del grupo en el restaurante del hotel, escenario donde otros habrían de mostrar el arte ensayado durante días.  Salimos medio airosos tras la cena gracias al baile del E-mapalé, una actuación imitando una carrera de dromedarios por el desierto, y fuimos declarados el grupo "más fiestero" recibiendo un bonito diploma que colgará de las paredes del bar de David e Irene en la calle Ponzano. Juerga en la discoteca y los niños más hasta las tres de la mañana. Al día siguiente habríamos de regresar.

Y como no hay aventura sin avería, tuvo que suceder cuando estábamos yendo por el Plató del Rekham hasta Melilla a embarcar en el ferry a Málaga. A Alfonso y a Manuela se les rompió la correa del motor. Nos quedamos a acompañarles mientras tras dos horas de reparación con sus más y sus menos por parte de los mecánicos de allí, salimos a reunirnos con el resto del contingente que aún esperaban cola en la horrible frontera melillense.

Allí junto al barco comimos pescaito frito y camarones como es mandado y embarcamos para pasar la noche en el barco que se movió muy poco durante la lenta travesía. Llegamos a las 7 a puerto, desayuno por las calles de Málaga, despedida de parte del grupo, y carretera y manta por Granada hasta el Km 85 donde nos reagrupamos para comer y terminar las despedidas.

Es un momento crítico por lo triste y emocionante por haber descubierto en cada uno con los que hemos compartido aventura, un amigo.

Como bien dice David, han quedado muchas conversaciones sin terminar y otras muchas por comenzar, por lo que sin duda repetiremos.

Gracias a todos por compartir esta gran aventura con nosotros. Esperamos verte muy pronto en otras nuevas.

Un abrazo.

Jaime Roset.

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