Una ruta por el entorno del Palacio de Riofrío

 

Cuando los monarcas cazaban a sus anchas en el entorno del Palacio de Riofrío, entre encinas y fresnos, no imaginarían que años después seríamos nosotros los nuevos cazadores de estas tierras. Ya sin escopetas, pero provistos de nuestras cámaras y teléfonos móviles en busca del rincón más bonito, del paisaje más grandioso, del instante mágico, recorrimos esos regios lugares durante varias horas. Es una ruta variada y de gran belleza, una de las que realizamos también en combinación de algunas de nuestras actividades 4x4 como los cursos de conducción.

 

La verdad es que nos hizo un día sensacional para recorrer los caminos explorando tierras Segovianas. Antonio, Victoria, Viki, Raúl, Sara y el guía, Jaime, pocos, pero bien avenidos, disfrutamos de una estupenda tarde de sábado. Como es habitual en nuestras salidas, fueron nuestros participantes los que provistos de un rutómetro, guiaron durante toda la jornada.

Partimos de los Ángeles de San Rafael, y enseguida accedimos entre granjas de vacuno y ovino y campos de cereal al entorno del Palacio de Riofrío. Atravesando una zona de encinar adehesado hasta el paraje conocido como las cuatro calles. Se trata de una encrucijada de caminos entre muros de roca. Desde ahí accedimos a un altozano para contemplar el Palacio, con la Sierra de Guadarrama de fondo. El juego de luces por las nubes, hacía que a ratos el impresionante edificio real, de tono salmón, resaltase entre el mar de encimas, ensalzando su imponente planta en medio de los montes.

De camino, estuvimos sobrevolados constantemente de diversas rapaces: milanos reales, buitres, cernícalos, águilas ratoneras. A nuestro paso, carreras de mastines, presencia de caballos en semi libertad y muchas vacas. Viki, de nueve años, asomada en el techo solar del Terrancán de su padre, disfrutaba muchísimo contemplando todo aquello.

Vimos también rabilargos, tordos, cigüeñas, cuervos, perdices. Sin querer se convirtió nuestra bonita salida de tarde de sábado en un viaje faunístico, a fuerza de ver bichos y aves por todos lados.

Llegamos hasta Madrona subiendo un monte que hacía frontera con la finca del palacio, cruzando por una finca ganadera. Fue divertido comprobar cómo a nuestro paso el ganado estaba convencido que les íbamos a dar de comer: todas las vacas detrás de los coches. Atravesando hasta le pueblo de La Losa, accedimos finalmente hasta el mismo Palacio de Riofrío, previo pago de cuatro euros por coche, peaje para entrar en el bosque y ver sus ciervos y gamos. Lástima que no puedan utilizarse los numerosos observatorios que hay a lo largo de la carretera. Ni siquiera dejan descender de los coches. No obstante vimos muchos gamos y ciervos, y comprobamos lo agradable que es la zona para pasar el día. Hay bancos y mesas en varios puntos donde se puede estar tranquilamente, comer, merendar, jugar...

 

En ese momento parte de la “expedición” decidió regresar para ver el “Madrid-Barça” mientras la otra parte aprovechó para volver hasta los Ángeles de San Rafael recorriendo otro camino alternativo también de gran interés.

Una bonita jornada de sábado tarde, buena compañía como siempre y promesa de volvernos a juntar en próximas salidas.